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Blog de las Aventuras de Tatoo Adventure Gear

Abr

26

De frente al Putuzhío


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Desde nuestra primera ida a Oña, de todo el conjunto de roca en el que se ha abierto, la equipada y  escalada al cerro Putizhío había sido la tentación principal.

Sin embargo desde la primera exploración vimos que aparte de la pared de roca más grande existían diferentes “pequeñas” zonas un  poco más al fondo del encañonado,   conjuntos de paredes anaranjadas, extraplomadas, con huecos, de un solo largo y con accesos relativamente fáciles a sus cumbres, por lo que ahí comenzamos a equipar las primeras vías; pero cada  vez que íbamos a equipar,  al salir del encañonado de  regreso al carro, íbamos bordeando las grandes paredes del cerro y me detenía a ver posibles líneas de fisuras hacia la cumbre.

Ya habíamos idos varias veces a armar vías deportivas de un largo y era hora de intentarle a la gran pared. Pero ir varios días de equipada en  Oña no es cosa fácil, la logística se complica, el viaje implica llevar generador, mucha agua y comida, combustible, todos los juguetes de escalada y apertura, etc.; y cada noche regresar al campamento para cargar baterías. Llegó un fin de semana largo libre sin trabajo y zarpamos.

 Calculábamos que se trataba de una pared de unos 120mts de altura, desde la base se observaban varias buenas líneas de fisuras y también placas de huecos. Pensamos que se trataría de una vía de 4 largos aproximadamente, no teníamos muy claro qué íbamos a hacer, si el cerro nos dejaba íbamos hacia la cumbre.

Fuimos con la pesada carga, dos cuerdas, todo el equipo de escalada, más taladro, bolts, etc; un par de panes y manzanas. Resultó toda una aventura, una de las escaladas más divertidas que he hecho. Una vía de 200 mts, 8 horas  de escalada aproximadamente; el primer largo una fisura limpiecita , el segundo y tercer largo largo continuó por un planterío y el resto de largos unas chimeneas impresionantes posiblemente de unos 10 mts. de profundidad que se vuelve angosta y ancha, de escaza protección (si no tienes números grandes proteges en los huecos). Cada largo era mejor que otro, en las chimeneas te puedes meter tanto que se vuelve oscuro, y terminas acostumbrando tus ojos a la oscuridad.

El primer día no llegamos a la cumbre, nos faltaban unos 20  0 15 mts. pero estaba por anochecer así que decidimos empezar la bajada, que no fue cosa fácil, solamente habíamos montado una estación,  a unos 40 mts del piso; empezamos los rapeles y las desescaladas  pero la cosa se puso parada y peligroso y oscureció así que montamos una estación improvisada y bajé en búsqueda de la estación la cual no logré encontrar; nos sentamos a enfriar cabeza y pensar ¿qué vamos a hacer?, estaba muy oscuro, y era una pared llena de vegetación, había pocas probabilidades de encontrar la estación y nos encontrábamos todavía a unos 40 mts del piso, así que acomodamos la cuerda sobre las achupallas y nos dispusimos a esperar a que saliera la luna a ver si se aclaraba un poco, pero a mí eso me sonaba a un vivac amargo,  la noche no estaba muy  fría, habíamos comido y bebido muy poco pero al final eso era lo de menos; de cualquier manera la vivaqueada se vislumbraba mal. Pasó un rato y decidimos buscar un poco más abajo, la estación estaba a unos 5 mts abajo nuestro!! Montamos el sistema de rapel y por fin tierra firme! Estábamos felices y fundidos, emprendimos el camino de regreso al terreno de Don Moisés, el campamento.

Al día siguiente después de aclarar ideas y aliviar dolores un buen desayuno, y una sobredosis de cafeína,  salimos a recuperar la cuerda fija que habíamos dejado la noche anterior; picados por la cumbre del Putuzhio le entramos una segunda vez, comenzamos por el mismo primer largo y el planterío y después nos desviamos a la derecha en una travesía de dos largos para luego entrar en una chimenea que duro desde ahí hasta la cumbre! Increíble, unos tres largos de chimenea interminable también  de unos 15 metros de profundidad, bien irregular y oscura, y salimos a la cumbre tipo 6 pm, qué felicidad!

En la cumbre

Para evitarnos la repelada nocturna decidimos llegar al campamento, caminando por la cumbre del Putuzhío, para variar la llegada no fue fácil, caminamos aproximadamente una hora por la cumbre hasta que llegamos a unas ruinas arqueológicas,  después comenzó la bajada por chaquiñán; el río Oña se oía más claro de lo que hubiéramos querido, eso nos indicaba que estábamos al otro lado del cerro, o sea perdidos; Pero seguimos el chaquiñán hasta que salimos a una casa de un campesino y  unos 8 niños que nos veían con caras curiosas, nos dieron la buena noticia de que pronto salíamos al camino de lastre y que estábamos a una hora del terreno de Don Moisés.

Cerro Putizhío: Bendición Shamánica y Viota máxima

Al día siguiente una vez más un rico sol y la roca sirvieron de motivación para salir a armar, estábamos refundidos pero había que aprovechar el día así que salirnos dispuestos a equipar las rutas pendientes del barrio del fondo pero en medio camino una pared de extra plomo, rojiza, llena de huecos nos hizo ojitos, tenía un acceso a la cumbre bien fácil, por una cueva y un pasadizo, teníamos poco tiempo pues Don Moisés nos esperaría en su terreno para darnos el aventón hacia el pueblo de Oña, así que a toda velocidad salió “ violentísima” en la nueva zona Gruyere.

No puedo olvidarme de agradecer a Don Moisés Ullauri, el dueño de los terrenos en la entrada del Putuzhio, un Señor admirable en todo sentido, quien cada vez que la ocasión se presenta nos ha ayudado gustoso, sin pedir nada a cambio ofreciéndonos generosamente todo lo que a su mano ha tenido.

Oña es un verdadero paraíso, en todo sentido y no me cansaré de decirlo, su ecosistema, su energía, su roca, sus colores;  Esperamos pronto poder  volver a equipar y escalar, ojalá un proyecto de más días y más rutas podría salir para este año.

Gracias al apoyo de Tatoo, sin las dos cuerdas, y todo el equipo obviamente no hubiéramos arrancado de la base.

Margarita Cardoso A.

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