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Ene

26

Descubriendo Huayhuash


En Agosto de 2014 decidí viajar junto a Saúl Torres a un destino distante donde la escalada de una pared es el objetivo;   el Puscanturpa, al extremo sur de la cordillera Huayhuash en el corazón de los andes Peruanos. Nuestro viaje inició en Bogotá, volamos a Lima Perú y sin perder tiempo nos embarcamos 8 horas en un bus que al amanecer nos dejó en la ciudad de Huaraz, al norte de Lima, frente a la popular cordillera Blanca. Resueltos los temas logísticos en cuestión de un día nos encontramos de repente viajando nuevamente en bus, en un intercambio cultural de aproximadas 6 horas hasta la población de Llamack que nos da la bienvenida, fácilmente encontramos un arriero que nos acompaña en el trekking de tres días hasta la base de la pared.

El Yerupajá. Foto Diego Cortez

El Yerupajá. Foto Diego Cortez

Ya en la pared, resolvemos la escalada con las emociones que genera ser las únicas personas en esta área.  Fueron 10 días para este propósito; inicialmente el clima nos favorece pero los últimos 5 días las nevadas y el frío nos contienen en la carpa para meditar, tomar te y a cuidar la comida de una manada de zorros que se convierten en nuestros vecinos. Sin dudas una excelente aventura y al final del viaje el balance es positivo: 18 largos en la mitad de la nada y un sabor atado al sentimiento de regresar a esta imponente pared.

Puscanturpa, Pared. Foto Alex Torres

Puscanturpa, Pared. Foto Alex Torres

 

Ahora en el  2015, al final de la temporada, en agosto llegan de Colombia grandes amigos que motivan y contagian sus expectativas en la cordillera Huayhuash. En esta ocasión fuimos directo a las más emblemáticas montañas, en compañía de Luis Ossa, María Ramírez, Diego Cortes y Carolina Tobón.  Emprendimos la peregrinación al Yerupaja (6.635 m.s.m), el Jirishanca (6.016 m.s.m), el Rasak (6.020 m.s.m); sin embargo solo podíamos enfocarnos en un único objetivo, el Rasac para aclimatar y el Yerupaja como reto de escalada. En cuestión de un día nos encontrábamos en las lagunas Carhuacocha y Solterococha en un cómodo campamento y con la excelente compañía de Hilario, nuestro cocinero.

En esta ocasión la escalada se convirtió en largos días de paciente espera mientras realizamos interminables porteos. Cada día la montaña parece tener una magia diferente, vemos las condiciones y comprendemos que el cambio climático con sus avalanchas puede acelerar nuestra extinción como escaladores, la nieve no cohesiona como debería, los glaciales están rotos y pensar en escalar una de las míticas rutas de los alpinistas de antaño es simplemente suicida.

Aproximación campo 2 Yerupaja. Foto Diego Cortez

Aproximación campo 2 Yerupaja. Foto Diego Cortez

Como la intención siempre es regresar; bajamos los ánimos y disfrutamos de estos paisajes, mientras vamos al Rasac para aclimatar y analizar el mayor objetivo al que le vemos oportunidad: el Yerupajá. Tenemos una vista privilegiada de la cordillera; por un momento me sentí sobre volando la cordillera mientras la pared del Siula me recordaba la historia de Joe Simpson. En la distancia se divisa el que antes me pareció una pared imponente; el Puscanturpa (5.700 m.s.m) que en ese momento lo veo como un colmillo de roca que en la distancia se pierde al lado de los gigantes que lo rodean y nuevamente comprendo que todo es cuestión de perspectiva.

Arista cumbre Rasack. (6.000 m.s.m) Foto Diego Cortez

Arista cumbre Rasack. (6.000 m.s.m) Foto Diego Cortez

Finalmente después de la peligrosa aventura que significó bajar de Rasac e intentar días más tarde el Yerupaja, sintiendo que estaba jugando a la ruleta rusa con 5 tiros, iniciamos el regreso a casa, todos sanos y salvos, con un episodio de alegría, alguna ampolla, un golpe en una rodilla pero en general bien.

Alex Campo 2 entre Yerupajá y Rasack. Foto Diego Cortez

Alex Campo 2 entre Yerupajá y Rasack. Foto Diego Cortez

Ya en casa vemos las fotografías y algunos de los miembros amaron tanto a Huayhuash que guardaron en sus estómagos un bicho de las aguas contaminadas por sus vacas,  los recuerdos de los vertiginosos caminos, los colores que adornan los nevados picos con el paso del día, la compañía de Hilario y el buen ambiente que se mantiene cuando uno emprende estas aventuras con amigos. La invitación es ir a este lugar, a un trekking por la cordillera, a caminar y encontrar en sus paisajes la simple belleza que nos enamora de las montañas, en Huayhuash encontrarán esa esencia que nos atraen a las montañas.

 

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