Oct
01
Masiva en La Esfinge
- POSTED BY Sebastián Carrasco IN escalada
Hace un poco más de dos meses estuvimos escalando en Perú con un grupo de 6 amigos: el Dani Cabrera, la Estefi Bravo, el Jack Bermeo, la Marce Castro, el Jose Cobo y yo, Sebastian Carrasco.
No hay duda que la cordillera blanca es una MEGA cordillera llena de montañas escarpadas en forma de pirámides. Existen más de 30 picos que pasan los 6 mil metros, por lo cual es un destino muy escogido por muchos montañistas de todo el mundo. Para nosotros nuestro objetivo fue la Esfinge, un monolito de granito hermoso ubicado en la quebrada de Paron, su cumbre alcanza los 5,325m.
Antes de intentar escalar esta gran pared de más de 750m verticales, decidimos aclimatar un poco en Hatun Machay, una zona de escalada deportiva al norte de Huaraz. Nuestra “aclimatada” no solo fue por la altura sino también por la escalada, siempre es rico coger un poco de ritmo en la roca y calentar cabeza antes de intentar algo tan grande como la Esfinge.
Hatun Machay es como un bosque de roca volcánica que esta sobre los 4 mil metros. La mayoría de rutas son de un solo largo y hay rutas de todos los niveles. Nosotros decidimos acampar pero también existe un refugio muy bueno con cocina y hasta duchas de agua casi caliente! Aquí hay tanta roca y tanto potencial que uno podría pasar meses escalando, pero como nosotros queríamos aprovechar nuestra corta estadía decidimos estar quedarnos solo un par de días. Además como la roca es tan abrasiva, la piel de los dedos se pierde muy rápido y no se puede escalar muchos días seguidos.
Para llegar a la base de la Esfinge primero tuvimos que viajar un par de horas al sur de Huaraz y llegar a un pequeño pueblo que se llama Caraz, aquí pasamos una noche donde organizamos toda la comida para 5 días y el equipo para escalar. Por suerte en la base hay una buena cueva donde entramos los 6, lo cual nos ahorró llevar las carpas.
Desde Caraz fuimos hasta la laguna de Paron. La entrada a esta estrecha quebrada es muy escénica, a cada lado se alzan enormes paredes de granito y sobre ellas grandes montañas como los Caraz, la Pirámide de Garcilaso, el Chacraraju, los Huandoys y otros.
Para el ascenso a la base de la Esfinge contratamos dos porteadores para que nos ayuden a cargar un poco de peso, porque entre los 6 teníamos un montón y además el camino es súper empinado y hasta una parte un poco peligroso. Por fin, después de una hora y media de caminata, pudimos ver la Esfinge por primera vez! Es impresionante, por más de que uno la vea en 10 mil fotos nos es lo mismo, estar al frente y sentir sus casi 800 metros de pared te hace sentir un escalofrió y cosquillas en la barriga como si estuvieras en tu primera cita amorosa!
La Esfinge tiene muchas rutas abiertas y tal vez muchas por abrir, pero nosotros decidimos subir por la primera vía que fue escalada en 1985 ahora conocida como “la del 85” o “la vía original” que tiene un grado de dificultad de 6C+ (intermedio), son 750m verticales que más o menos se escalan en 18 ó 20 largos. Pero lo que hace que la escalada en la Esfinge sea interesante es la altura ya que la base de la pared está a 4700m.
Escalar entre 6 personas en una pared tan grande puede ser lento y pasar la noche en la pared era lo que menos queríamos, así que tuvimos que planear una buena estrategia.
Lo que hicimos fue el primer día escalar hasta el largo 6 y fijar las cuerdas desde aquí hasta el piso, más o menos 200m, esta primera parte es tal vez la más vertical donde uno de los largos es el más duro de toda la ruta. Un techo de unos 4 metros de largo que sale a una fisura de dedos, bien expuesto y muy divertido por que la protección es muy buena.
Esa noche dormimos en la cueva nuevamente y la mañana siguiente empezamos a subir por las cuerdas fijas a las 5am, todavía en la oscuridad. A las 7 am llegamos hasta donde habíamos subido el día anterior. Por suerte aquí el sol ya nos calentaba y ayudo mucho a escalar los dos largos siguientes que también fueron duros; otro techo que a mí me pareció más duro, tal vez por el peso de la mochila, y una fisura bien ancha y súper resbalosa.
Desde el noveno largo, que es más o menos la mitad, la pared se hecha un poco y la escalada es menos dura pero la parte difícil aquí es seguir bien la ruta, no perderse y aguantar la altura. Cada largo que subíamos la vista mejoraba más y más, algunas montañas ahora se dejaban ver desde la base hasta su cumbre.
Casi llegando a la cumbre nos perdimos un poco y tomamos una ruta no tan buena porque estaba un poco sucia y las protecciones no eran las mejores. El sol ya empezaba a ocultarse y su sombra nos hacía sentir mucho frío, lo único que queríamos era movernos para calentarnos. A las 4:40pm llegamos a la cumbre que todavía le daba todo el sol y casi sin nada de viento! Siempre es una felicidad muy grande cuando se corona, pero en este tipo de escaladas largas, técnicas y con panas, la felicidad es más grande todavía.
El descenso de regreso a la cueva por suerte no fue complicado, desde la cumbre bajamos caminando por la arista norte hasta su punto más bajo y desde aquí hicimos tres rapeles de 60m. La última hora fue tal vez la más fea porque nos tocó descender en una pedriza súper inestable y a oscuras, pero finalmente a las 7pm llegamos a la cueva. Lamentablemente para algunos no se terminaba la travesía todavía ya que no teníamos nada de agua y tocó caminar una hora más entre ir y volver para traer a la cueva.
Escalar en la Cordillera Blanca es algo que todos deberíamos aprovechar más. Su cercanía y su variedad de opciones para escalar tanto montañas como escaladas en roca y hermosas caminatas por la zona, hacen de este lugar una muy buena opción para buscar nuevas aventuras.