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Blog de las Aventuras de Tatoo Adventure Gear

Dic

15

Navegando el río Puelo de la cordillera al mar


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Hace como un año vi unas fotos de Pablo Besser (gran expedicionario chileno) en una expedición en los fiordos patagónicos usando un bote inflable para navegar y que se podían guardar en la mochila. No pasó un segundo para darme cuenta que tenía que tener uno y hacer algo de ese estilo, nunca tan brutal como Pablo, pero sí de navegar ríos y lagos cordilleranos donde llegar con un bote o kayak normal sería demasiado difícil.

De caliente vendí mi equipo de montaña (y de flojo, pues ya estaba cansado de acarrear kilos y kilos de fierros para subir cerros) y compré un packraft marca Alpakaraft (por sugerencia del propio Pablo). Claro que incluí a Claudia en la ecuación, ya que por un lado ayudaría con el gasto (je je) y por el otro lo usaríamos los dos, ya que compramos uno donde caben dos personas (y que en este viaje probaría ser muy cómodo y estable).

Por ese entonces puse un post en Facebook de que ya venía mi packraft en camino y Andrés Mora lo vio y entendió que había partner para un viaje por el río Puelo que él estaba planeando (el muy caliente también se compró un packraft después de ver un diaporama de Pablo de su expedición a Patagonia). Me mandó un mensaje y apenas llegaron los botes, partimos a bajar el río Rapel para probarlos. Ya estaba todo decidido y los últimos días de Noviembre partíamos hacia Argentina, pasando por Bariloche hasta llegar a El Bolsón, donde a orillas del lago Puelo comenzaríamos nuestra aventura.

Cuando llegamos al parque nacional Lago Puelo, el guarda parques, la gente de aduana y de gendarmería estaban todos curiosos por los botes pues no los conocían y fueron a ver como los inflábamos y dejábamos listos para partir. Fue tan buena la onda que decidieron hacer los papeles de salida del país ahí mismo y así evitarnos pasar por aduana argentina.

Partimos remando a medio día por el hermoso lago Puelo que estaba en una calma total, sin una gota de viento y con aguas transparentes que más invitaban a bañarse que a remar. Pero sabíamos que si queríamos llegar a nuestro primer campamento no podíamos perder tiempo, así que a remar se ha dicho. Pasado un poco más de una hora y media llegamos a la desembocadura del lago Puelo y los primeros rápidos. Paramos en la orilla y los vimos un poco fuertes y decidimos ser cautelosos y pasarlos por la orilla para meternos de nuevo en el río un poco más abajo. Un minuto después estábamos pasando el segundo rápido que nos llegó de lleno, con una buena roca y una ola que nos puso bastante nerviosos, así que decidimos parar de nuevo y ver los terceros rápidos para ver por donde pasarlos. Nos fuimos por la izquierda, ya que por la derecha habían bastantes rocas y así llegamos al lago Inferior entre medio de risas y puro goce después de bajar las corrientes. Ya habíamos probado los botes en aguas correntosas y nos sentíamos más confiados y seguros.

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La remada por el lago Inferior estuvo bastante más complicada que el lago Puelo pues ahora teníamos viento en contra y pequeñas olas que dificultaban el avance. Paramos a mitad del lago para descansar y recuperar fuerzas a orillas de un pequeño río y seguimos remando, pues todavía nos tocaba pasar por carabineros para hacer el ingreso a Chile. Llegamos a un pequeño muelle donde estaba atracada una lancha que cruza el lago y que la manejaba un amigo de Andrés y nos dio unos datos de cómo llegar al retén de Carabineros y lo más importante, como pasar los dos rápidos que nos separaban de nuestro primer campamento. Son fáciles decía…

Los carabineros nos estaban esperando, pues los gendarmes argentinos les habían avisado que iban dos tipos en kayak, así que luego de un comienzo un poquito tenso, nos dijeron que estaba todo ok y que continuáramos el viaje. Igual son buena onda.

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La salida del lago Inferior es muy tranquila y el río se demora en tomar velocidad, pero una vez que se larga, se va con todo y así llegamos al primer rápido que se sintió bastante movido y fuerte y luego de golpe apareció el segundo rápido que era muy fuerte, con hartas olas y corriente y que a Andrés lo saco a la derecha y quedó al otro lado del río de donde debíamos acampar y a mí me tiró con toda velocidad hacia un remolino y unas grandes rocas en la orilla donde casi me doy vuelta y que me dejó el bote lleno de agua. Unas cuantas remadas rápidas (casi desesperadas) y pude salir a la izquierda a un remanso donde se podía sacar el bote del río sin problemas.

Mientras tanto Andrés tenía que cruzar como fuese el río pues sabíamos que un poco más allá comienza el cañón del Puelo con rápidos de clase mundial hasta V grado y que con seguridad nos podrían haber ahogado. Una rápida remada en diagonal a la corriente y pudo salir a unas rocas donde levantando el bote pudo llegar al remanso y a nuestro campamento a orillas del Puelo. Ya eran las ocho y media y estábamos mojados, cansados y nerviosos por todo lo pasado, pero con la sonrisa de oreja a oreja por lo mismo. En todo caso, después vimos desde más arriba que había más lugares donde salir, así que no había peligro alguno (claro que lejos del camino).

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Esa tarde nos encontramos con un lugareño que nos dijo de una micro que pasaba a las 9 AM donde terminaba el camino y nos venía de pelos (dijo el pelao), pues ese día nos tocaba portear todo el equipo por unos 10 Km hasta la pasarela y así evitar ese famoso cañón del Puelo. Ya en la pasarela Andrés se tiró de la misma para sacarse un gusto y después inflamos los botes y al agua de nuevo.

Esa es una de las áreas más lindas del río, pues es bastante ancho, los rápidos son un poco más suaves y solo mojan, y en la parte donde se junta con el río Ventisquero se ven unas montañas nevadas de fondo que dan un marco increíble a un paisaje maravilloso. Un buen rato dejándonos llevar por la corriente nos permitió relajarnos al máximo y disfrutar del momento. Pero luego vendría otro rápido, que uno puede saltar por la izquierda, pero como no lo sabíamos nos tiramos por la derecha y nos agarró una fuerte corriente que nos tiró con toda velocidad contra la orilla y unas ramas de árboles y fuertes olas. Ahí volvimos a pasar susto y nos concentramos de nuevo en el río y ver que venía a continuación. Por ese entonces empezaron a aparecer los primeros árboles semi sumergidos y que serían nuestra mayor preocupación el resto del viaje pues podían rajar nuestros botes.

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Así, sin mayores complicaciones llegamos al sector de Llanada grande, donde sabíamos que debíamos salir a la orilla derecha para evitar el rápido conocido como El Portón, pues se veía bastante grande y nos podía dar vuelta y traer complicaciones. Además, si un rápido tiene nombre, no es porque sea chico. Guardamos todo y partimos con las mochilas con cerca de 23 kilos a buscar por donde salir de ahí, pues Llanada grande queda unos 250 metros más alto de desnivel y no hay camino para llegar allá. Decidimos seguir unas huellas de vacas, las que nos condujeron a un campo desde donde pudimos seguir unos senderos hasta terminar luego de un par de sufridas horas saliendo a Llanada Grande. En el camino, mientras descansábamos nos encontramos con una señora que venía con su hija desde la escuela y le preguntamos donde podíamos comer algo y nos dijo que no había nada más que un negocio de abarrotes donde podíamos comprar algo. Como nos vio hambrientos nos regaló unos pancitos amasados con palta que había llevado de colación, y así mientras comíamos felices nos contaba de los vecinos, que se conocían todos y que siempre salía con varios perros porque ahí andaba el león (Pumas). Que buena onda es la gente de esas zonas, siempre amables y llanas a conversar y todo.

Llanada Grande es un camino con unas cuantas casas, un retén de Carabineros y un negocio donde para nuestra delicia vendían cerveza bien helada!. Hicimos un trato con un local y nos llevó por 5 lucas hasta la bajada al río en Puerto Santo Domingo (nos ahorramos una caminata de 6 Km), que no es más que una playa desde donde se podía meter fácilmente al río. Nuevamente estábamos armando campamento a últimas horas de la tarde.

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A la mañana siguiente partimos por una de las zonas más lindas del río y es un tramo donde va por un cañón rodeado de paredes de piedra y con mucho bosque nativo y grandes árboles que llegan hasta la orilla. Además en color turquesa del agua es increíble y la velocidad constante y la falta de rápidos hacen de esta parte una verdadera delicia. Pasada esta parte el río se abre y comienza a formas grandes meandros que alargan mucho la ruta y que sumados a un fuerte viento y la constante amenaza de lluvia hizo que nos pusiéramos ropa para el agua (Andrés pudo por fin usar su traje seco), claro que a la media hora se empezó a despejar de nuevo, así que terminamos bastante acalorados ese día.

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Llegamos a media tarde al lago Tagua Tagua, donde había mucho viento y grandes olas por lo que decidimos acampara en la primera playa que vimos y que para nuestra mala suerte era la orilla del Mítico Puelo Lodge, donde no muy amablemente fuimos echados de ahí por la administradora. De nada sirvió decirle que veníamos desde Lago Puelo en expedición, que éramos muy limpios, que teníamos todo armado y que nos íbamos muy temprano. Nada, la mala onda estaba instalada y para evitarnos pelear más aún (podríamos haber hecho uso de nuestro derecho a usar las orillas de cualquier lago) decidimos irnos de vuelta a Puerto Maldonado y acampar al frente (no sin antes putear entre nosotros al Mítico Puelo y su semi-nazi administradora). En fin…

El campamento igual estuvo bueno, disfrutamos de una apacible tarde y pasamos buena noche.

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Amanecimos muy temprano pues queríamos asegurarnos de cruzar el Tagua Tagua sin viento y a las 7 AM estábamos con los botes en el agua. Unas horas de remada muy agradable nos dejaron en la otra punta del lago. La salida estuvo entretenida con un pequeño rápido que nos despertó, pero luego entramos al sector de la Poza, que es un mini lago bastante grande y que sabíamos que terminaba en el rápido conocido como El Salto (insisto, si un rápido tiene nombre es por algo) y que nos tenía bastante nerviosos. Justo antes del rápido el río se angosta bastante y se encañona con paredes verticales y veíamos las olas y espuma a lo lejos, así que decidimos parar y ver como hacíamos para pasar. Decidimos subir una pequeña loma de bosque para tener mejor vista del rápido, el que para nuestra suerte salía hacia la izquierda y se podía pasar fácilmente por la derecha.

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Hablando con un español que tiene una casa ahí y que estaba pescando (era bien simpático, cuando le pregunté cómo estaba la pesca me dijo “ahí, bañando la lombriz”) nos dijo que después de este rápido ya no había más y que el río corría suave hasta el mar. Partimos a rodear por la derecha el rápido, justo donde el río tiene hartas piedras y avanza con poco caudal. Puede remar un poco hasta que el bote se quedó atrapado entre dos piedras grandes y se llenó de agua. Obligado a bajar y tirar de él hasta la orilla. Ahí vimos que había otro rápido que estaba tapado por unos árboles y que nos obligaba a bajar más aún.

El río corría con bastante velocidad y dudábamos de lo que nos había dicho el español, así que nos fuimos por un brazo a la derecha para evitar unos rápidos que vimos al avanzar río abajo y para nuestra mala (o buena, dependiendo del punto de vista) suerte habían más rápidos. Ya sin tiempo para salir a la orilla, nos fuimos a por ellos y remamos fuerte hacia el que parecía más fácil. Andrés pasó saltando una gran roca y la posterior ola y yo por tratar de esquivarla, la pasé por la derecha pero me agarró una corriente desde la izquierda y al juntarse con la ola me pegué un gran salto estuve y milímetros de darme vuelta. Pasado el rápido nos fuimos a la orilla y pude dar vuelta el bote y sacarle el agua. Ahí vimos que venía otro rápido más y que lo mejor era pasarlo por la derecha. Partimos de nuevo y esta vez Andrés no pudo salir de la corriente y al tratar de dar una vuelta y salir de ella, la ola lo agarró y lo dio vuelta. Un segundo de incertidumbre y lo veo flotar al lado del bote, el que por supuesto no se hundió y que sirvió de flotador. Partí a ver si podía ayudarlos pero lo mejor era que flotara un poco río abajo hasta un remanso donde podría salir y recuperar sus cosas. Perdió un gorro y su botella Nalgene, pero aparte de eso, nada más. Bajamos hasta la siguiente playa y ahí descansamos una hora mientras el sol secaba las cosas de Andrés. Aprovechamos de almorzar y bañarnos.

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Las siguientes horas fueron más tranquilas, aunque igual pasamos dos rápidos más que se movían su poco, pero en general nos dejamos llevar por el río hasta que divisamos el gran puente que une la localidad de Puelo con Cochamó, y que era uno de nuestros hitos al llegar. Desde ahí solo un par de kilómetros nos separaban de nuestro destino final que era el fiordo de Reloncaví. La marea estaba alta así que el río corría muy lento y nos tomó bastante rato llegar a la desembocadura. Cuando llegamos, nos fuimos a la orilla justo en la punta donde termina el río, pues la marea ya estaba bajando y la corriente es muy fuerte en el fiordo y no queríamos arriesgarnos que nos llevase hacía adentro.

Felices nos bajamos de los botes y nos dimos un abrazo pues habíamos cumplido con nuestro objetivo que era navegar el río Puelo desde su nacimiento hasta su desembocadura en el mar. Cuatro días a full, cerca de 120 Km de navegación y algo de caminata con mil aventuras, algo de riesgo, mucha tranquilidad, toneladas de naturaleza casi virgen y paisajes inolvidables llegaban a su fin.

¿O no?, nos íbamos a quedar en la casa de Fernando, un amigo de Andrés demasiado buena onda, pero para llegar a ella, teníamos que remar río arriba casi un kilómetro, esta vez con toda la corriente en contra. Una hora de sufrimiento nos llevó llegar hasta la orilla de la casa de Fernando (donde descansamos y arreglamos todo el equipo) y ahí sí que dimos por terminada esta primera parte de la aventura, pues dos días después estábamos partiendo a conocer el mágico valle de Cochamó.

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Comments ( 2 )

  • Hola,

    Buenisimo el artiulo y las fotos los felicito por tal aventura!!

    Te quería preguntar como trajeron los packraft a Chile y si les cobraron impuestos por ello?
    Muchas gracias!!

    • El packraft mío lo compré directo en USA a la fábrica Alpakaraft.com y me lo trajo un compañero de trabajo, así que no pagué impuestos. El de mi amigo, se lo compró a un Polaco en Iquique que trae a pedido.

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